Las estrategias utilizadas para el tratamiento del dolor lumbar crónico a menudo resultan insuficientes, ofreciendo en los mejores casos, modestas mejorías en el dolor y la incapacidad. Derivado de esta situación, muchos pacientes que no encuentran una solución real a su problema terminan escuchando afirmaciones tales como “ el dolor está en tu cabeza ” o “ todo está en tu cabeza ”. ¿Es esto cierto? ¿Provocamos de forma inconsciente el dolor nosotros mismos?
Entendiendo el papel del cerebro en el dolor lumbar crónico
La neurociencia moderna puede ayudarnos a resolver esta cuestión. Los avances en investigación han permitido ir descubriendo los mecanismos que amplifican y perpetúan el dolor de espalda. Hablamos de la sensibilización o hiperexcitabilidad central.
Igual que nuestros músculos y nuestros huesos responden ante el ejercicio fortaleciéndose o ante la falta del mismo debilitándose, nuestro cerebro también es capaz de adaptarse a múltiples estímulos, por ejemplo, modificando la actividad de sus diversas áreas. La sensibilización central se refiere a un conjunto de cambios adaptativos en nuestro sistema nervioso central que provoca una amplificación y perpetuación del dolor. Se estima que en un 25% de las personas con dolor de espalda crónico dominan los mecanismos de sensibilización central.
Diferencias en la activación cerebral de sujetos sanos y con dolor crónico. Fuente: http://www.redorbit.com/news/health/1244387/chronic_pain_can_damage_brain/
¿Qué provoca estos cambios?
Los principales hallazgos apuntan a que estos cambios están principalmente relacionados con la parte afectiva-cognitiva del cerebro, así como con la memoria de los procesos dolorosos. Un área clave del cerebro involucrada en este proceso es la amígdala que se ha identificado como un facilitador del desarrollo del dolor crónico, incluida la sensibilización central.
La amígdala, que forma parte del sistema límbico, es uno de los centros de regulación del miedo y tiene un papel importante en la memoria y el aprendizaje. Es por tanto un centro encargado de generar aprendizaje y memoria asociada a sucesos emocionales como, por ejemplo, el recuerdo de movimientos dolorosos. Cuando nuestro cerebro aprende que un movimiento provoca dolor desencadena una serie de respuestas (inflamatorias, posturales, cognitivas…) con un fin protector.
Por ejemplo, el hecho de anticipar constantemente el dolor que precede a un cierto movimiento y prepararse para él es suficiente para provocar una activación del centro de memoria del miedo en el cerebro y, por lo tanto, las respuestas consiguientes capaces de producir dolor (aun sin existir movimiento alguno). Se ha observado que, incluso la visualización de tales movimientos, puede desencadenar sentimientos de incomodidad y dolor, junto con una mayor activación de las áreas del cerebro relacionadas con la memoria.
En definitiva, el dolor SIEMPRE está en tu cerebro. Sin embargo, ciertas conductas, aprendizajes, pensamientos y estímulos, pueden provocar alteraciones en el correcto funcionamiento del procesamiento del dolor en el cerebro que conduzcan a un aumento y perpetuación del dolor de espalda.
Totalmente de acuerdo , el ejercicio físico al nivel que la lesión permita es fundamental.
Gracias por vuestras informaciones, los que tenemos estos problemas lo agradecemos .
Buen artículo
Es interesante ver como en el dolor crónico puede estar produciendose un círculo vicioso
La pregunta es ¿cómo romperlo?
Saludos Luís, una buena forma de salir de dicho círculo vicioso es mediante la realización de ejercicio adecuado de forma progresiva. Revertir la situación requiere hacer patente que el movimiento es seguro y no se va a generar dolor con el mismo.