El mareo de origen cervical puede definirse como una sensación inespecífica de desequilibrio y orientación espacial alterada que tiene su origen en una alteración de la columna cervical. Básicamente, nuestra capacidad de orientación espacial, nuestra postura y nuestro equilibrio dependen de la información aportada por tres mecanismos:
- La vista: el ser humano utiliza la vista para ajustar su posición respecto al entorno. Más concretamente, nuestra visión panorámica es la que interviene en el equilibrio y el control postural. De hecho la precisión del sistema postural del ser humano disminuye un 250% si los ojos se mantienen cerrados.
- Control vestibular: se localiza en el oído interno que es capaz de detectar los cambios de posición y el movimiento de la cabeza con respecto al entorno en los tres planos.
- Los propioceptores: son receptores localizados en diferentes tejidos corporales (músculos, tendones, articulaciones…) que proporcionan información sensorial interna (posición de un segmento corporal respecto a otros, velocidad de movimiento, tensión muscular, estiramiento muscular…). Por su importancia destacan los situados en la región cervical y en los pies.
Toda la información procedente de la vista, el sistema vestibular y los receptores musculares y articulares se procesa en el sistema nervioso central y se integra en tiempo real para corregir las posibles perturbaciones y desequilibrios.
¿Cómo afectan el cuello a nuestra orientación en el espacio y equilibrio?
El cuello une la cabeza al resto del cuerpo y por ello tiene un importante rol en la postura y dirección de nuestro cuerpo en el espacio. Así como el sistema vestibular detectaba el movimiento y posición de la cabeza con respecto al antorno, el cuerpo también requiere información de la orientación de la misma respecto del propio cuerpo. Esta información es proporcionada por los receptores situados en la columna cervical. Los músculos y articulaciones de los tres primeros segmentos vertebrales poseen un mayor número de receptores por lo que ejercen una mayor influencia en la regulación del equilibrio y la postura. Este sistema propioceptivo cervical interactúa con el sistema vestibular produciendo correcciones posturales para estabilizar la cabeza. Cuando la información vestibular y cervical se combina correctamente la percepción de la posición de tronco, cuello y cabeza será acertada.
Son de especial importancia los músculos cervicales profundos (suboccipitales y flexores cervicales profundos) para el reconocimiento adecuado de las pequeñas variaciones de la cabeza. Por otro lado, músculos superficiales como el trapecio o el esternocleidomastoideo también juegan su papel siendo capaces de relacionar la posición de la cabeza con la información de los aparatos vestibular y visual.
Los cambios degenerativos cervicales (hernias, artrosis…) o las malas posturas mantenidas pueden provocar alteraciones musculares y/o articulares como contracturas, rigidez, acortamiento o falta de movilidad entre otras que a su vez alteren el correcto funcionamiento de nuestros receptores propioceptivos. Esto provoca que nuestros propioceptores cervicales envíen a nuestro cerebro información errónea o alterada de la posición de este segmento corporal. En este momento se produce un conflicto o discrepancia entre la información alterada proporcionada por nuestros propioceptores y la aportada por nuestro oído interno y nuestra vista produciéndose un mareo de origen cervical. Sin embargo, el organismo tiene una gran capacidad de adaptación por lo que, en muchas ocasiones, aunque uno de los sistemas proporcione información discordante, es capaz de ajustarse con el tiempo a esta situación para no percibir alteraciones del equilibrio.
En resumen, los tres sistemas informan de la posición de la cabeza en el espacio y respecto al propio cuerpo. Sin embargo, cuando alguno de los sistemas proporciona información diferente a los otros el cerebro no es capaz de integrarla e interpretarla correctamente produciéndose la pérdida de orientación espacial y el desequilibrio que conocemos como mareo.
¿Qué puedo hacer para tratar el mareo de origen cervical?
Las personas con mareos por causas cervicales suelen tratar de evitar el movimiento del cuello por temor a la aparición de los mismos. Sin embargo, esta conducta genera una mayor rigidez, dolor cervical, pérdida de movilidad, contracturas y acortamientos que aumentan a su vez los mareos.
Entre las posibilidades de intervención para el mareo de origen cervical podemos encontrar la terapia manual, terapia física, reeducación postural, mejora del rango de movimiento activo, tratamiento de puntos gatillo, relajantes musculares así como el entrenamiento de la coordinación oculo-cervical, control del equilibrio y de la fuerza y resistencia de la musculatura cervico-dorsal.
¿alguna referencia actual que explique un poco más sobre lo aquí expuesto?
Leo en sus referencias un artículo pero del año 2.000
Saludos
Hola Luís, te dejamos un par de referencias más actualizadas sobre el tema:
Magnusson, M., & Malmström, E. M. (2016). The conundrum of cervicogenic dizziness. In Handbook of clinical neurology (Vol. 137, pp. 365-369). Elsevier.
Yacovino, D. A., & Hain, T. C. (2013, July). Clinical characteristics of cervicogenic-related dizziness and vertigo. In Seminars in neurology (Vol. 33, No. 03, pp. 244-255). Thieme Medical Publishers.
Me parece mucho más creíble esta teoría que la de que el mareo se produce por la falta de oxigenación al cerebro como consecuencia de la presión ejercida por los músculos del cuello.