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Pruebas radiológicas y dolor lumbar: un uso adecuado nos ayudarán a producir un diagnóstico correcto. Las pruebas radiológicas forman una imagen de la columna y permiten diferenciar diferentes tejidos del organismo así como su disposición. Las más comunes son la Radiografía (RX), la Resonancia Magnética (RM) y la Tomografía Axial Computerizada (TAC). Su función tradicional ha sido el diagnóstico de alteraciones estructurales de la columna como la escoliosis, hiperlordosis, hipercifosis, degeneración discal, hernias, protrusiones, espondilólisis, espondilolistesis y estenosis de canal entre muchas otras.

El dolor lumbar inespecífico y las pruebas radiológicas

En el 90% de los casos de dolor lumbar no existe una causa concreta que lo provoque. Es decir, no se encuentra una alteración anatómica que explique claramente los síntomas. Por tanto, en estos casos la causa que provoca el dolor lumbar no se correlaciona con la imagen radiológica.

Sólo será conveniente la realización de pruebas radiológicas si la información aportada por la historia clínica y una exploración física previa así lo requiere. Por ello la información aportada por las pruebas de imagen sólo puede ser tenida en cuenta cuando guarda relación con los resultados del examen físico y la historia del paciente.

Pruebas radiológicas MR

Sin embargo si empezamos el proceso al revés, es decir, invirtiendo el orden del estudio del paciente, se puede producir un diagnóstico erróneo. Tanto en casos de dolor lumbar agudo como crónico, la valoración de las pruebas de imagen de forma aislada no podrá aportar resultados significativos que permitan un diagnóstico correcto. Es más, ha sido demostrado que la realización de pruebas de imagen como método automático para el diagnóstico del dolor lumbar no presenta buenos resultados y puede incluso agravar el problema del paciente.

En las pruebas radiológicas es común hallar alteraciones estructurales degenerativas del raquis (incluso en pacientes sin síntomas) que pueden ser asociadas de forma incorrecta con el dolor lumbar del paciente. Por ello, si el diagnóstico comienza por la valoración de las pruebas de imagen se podrá caer en la aplicación de tratamientos no efectivos (por ejemplo una intervención quirúrgica que no resuelva o incluso que agrave el dolor que experimenta el paciente).

En definitiva, un diagnóstico adecuado es la conclusión de un interrogatorio dirigido, una completa exploración física y, finalmente y a modo de confirmación, unas pruebas complementarias.

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