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La experiencia nos muestra que ciertas situaciones estresantes provocan un estímulo capaz de  suprimir el dolor. Por ejemplo: se han descrito casos de soldados gravemente heridos en batalla que afirmaron no sentir dolor o deportistas que continúan haciendo ejercicio a pesar de lesiones graves y que referían no haber sentido dolor. Todo ello apunta a que la percepción del dolor se altera durante la exposición a diversas situaciones de estrés. Además, dicha analgesia inducida por el estrés puede ser provocada por una amplia gama de factores estresantes entre las que puede encontrarse el ejercicio físico.

Analgesia del dolor producida por el ejercicio

La analgesia provocada por el ejercicio ha sido descrita por un gran número de investigadores. Tres de las revisiones más recientes sobre el tema sostienen que el ejercicio es capaz de mejorar los umbrales del dolor y la tolerancia al mismo, produciendo niveles de dolor más bajos después del ejercicio. De hecho, actualmente se considera que el ejercicio físico es una estrategia de tratamiento eficaz para aliviar el dolor y mejorar la funcionalidad en diversos trastornos de dolor musculoesquelético crónico, incluyendo dolor cervical y dolor lumbar crónico.

analgesia ejercicio

Durante los últimos 30 años numerosos estudios han examinado la analgesia producida por el ejercicio y los posibles sistemas que pueden ser responsables de la misma. La hipótesis más comúnmente probada ha sido que la activación de nuestro sistema opioide durante el ejercicio puede ser responsable de la respuesta analgésica que ocurre durante y después del mismo. Sin embargo, investigaciones posteriores encontraron que la analgesia producida por el ejercicio seguía existiendo incluso al administrar inhibidores de los opioides, lo que sugiere que otros mecanismos pueden intervenir.

En la actualidad se conoce la acción de varios mecanismos que actúan parcialmente superpuestos para producir la analgesia inducida por ejercicio. Además, del sistema opioide se ha observado la participación de sistemas como el serotoninérgico, el noradrenérgico, el endocannabinoide y las citoquinas antiinflamatorias. A parte de estos mecanismos, otros estudios sostienen que la distracción altera significativamente la percepción del dolor. Es decir, el ejercicio implica una mayor conciencia corporal de las sensaciones somáticas después del ejercicio, por ejemplo la sudoración o las  palpitaciones que pueden desviar la atención del estímulo del dolor. Además, se han propuesto hipótesis emergentes aun por explorar: la activación de unidades motoras de alto umbral, la activación de la corteza motora primaria y los tractos corticoespinales y la interacción de los sistemas cardiovascular y modulador del dolor.

En definitiva, la regulación del dolor por parte del ejercicio es altamente compleja y depende de múltiples sistemas que interactúan entre sí para  producir o no la respuesta analgésica.

¿Qué ejercicio tengo que hacer para aliviar el dolor crónico de espalda o cuello?

Como hemos mencionado, actualmente se sabe que existen múltiples mecanismos de analgesia y que las características del ejercicio y del paciente son importantes para determinar cuáles de esos sistemas y en que magnitud se activan durante y después del ejercicio.

Aunque los estudios han encontrado que el ejercicio produce un efecto analgésico, la prescripción sigue siendo difícil en algunos casos, ya que los parámetros de ejercicio óptimos, como el tipo, la intensidad, el volumen o la recuperación aún no están bien definidos. Además, no todos los tipos de dolor responden igual a la analgesia inducida por el ejercicio.

Por otro lado, también se han encontrado casos de dolor crónico en los que el organismo desarrolla una respuesta disfuncional al ejercicio. Es decir, el dolor y los síntomas se intensifican durante o después de la realización de ejercicio. Para normalizar y revertir este tipo de situaciones, en las primeras etapas se debe llevar a cabo una terapia con ejercicios gradual e individualizada evitando un aumento desproporcionado de los síntomas. Por ejemplo, evitar ejercicios o partes del cuerpo especialmente dolorosas o comenzar con ejercicios con niveles de intensidad bajos pueden ser estrategias a implementar en las primeras fases.

En resumen, trabajar sobre lo sistemas involucrados en la analgesia inducida por el ejercicio e investigar la intensidad, tipo y nivel de ejercicio idóneos nos ayudará a diseñar estrategias efectivas para el uso del ejercicio físico en el tratamiento del dolor de espalda crónico.


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