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En primer lugar es necesario diferenciar entre los conceptos de actividad física, ejercicio y deporte.

  • Actividad física: cualquier movimiento que hagamos (caminar, lavar los platos, jugar a tenis, bailar…). Es decir, cualquier actividad que implique movimiento.
  • Ejercicio: es una actividad física planeada y estructurada que tiene el objetivo de mejorar o mantener las condiciones físicas (hacer estiramientos, levantar pesas…).
  • Deporte: se caracteriza por ser aquella actividad física que está  sujeta a unas normas o reglas específicas (fútbol, baloncesto, natación…).

Por tanto, el ejercicio y el deporte son formas cada vez más específicas de actividad física y quedarán englobados como una parte de esta.

Actividad física, ejercicio y deporte
Relación entre actividad física, ejercicio y deporte.

Actividad física y dolor de espalda

La realización de una cantidad adecuada de actividad física diaria y evitar los hábitos sedentarios esta ampliamente aceptado para el mantenimiento de nuestra salud en general y para la prevención del dolor de espalda en particular.

Sin embargo, los estudios realizados hasta la fecha sobre la relación entre el dolor de espalda y los niveles de actividad física han llegado a conclusiones a veces contradictorias. Mientras que algunos de ellos han demostrado que aquellas personas con mayores niveles de actividad física tenían menos problemas de espalda, otros han sugerido que niveles de actividad física superiores podían ser un factor de riesgo para el dolor de espalda.

Las hipótesis más aceptadas sostienen que ambos extremos del patrón de actividad física están asociados con una mayor prevalencia de dolor de espalda, lo que sugiere que la relación entre el nivel de actividad y el dolor de espalda sigue una curva en forma de U. Es decir, muy poca o demasiada actividad, es igualmente peligrosa para la salud de la espalda.

Relación entre en nivel de actividad física y el dolor de espalda
Relación entre la cantidad de actividad física y el riesgo de dolor de espalda. – FUENTE: Heneweer, H., Vanhees, L., & Picavet, H. S. J. (2009).

Este resultado refuerza la idea de que la relación entre el nivel de actividad y el dolor de espalda es un continuo en el que diferentes niveles de actividad tienen diferentes consecuencias sobre el esfuerzo de la espalda.

La cantidad de actividad física no es lo único que cuenta

Sin embargo, la relación entre la actividad física y el dolor de espalda no es tan sencilla. No sólo hay que tener en cuenta la cantidad de actividad física realizada, sino que también son importantes otros factores:

  • Las características de la actividad. Existen actividades que por su naturaleza constituyen un factor de riesgo para el dolor de espalda, por ejemplo la realización de movimientos laborales repetitivos. De igual forma, actividades como el entrenamiento de fuerza han demostrado ser uno de los mejores aliados contra el dolor. Por otro lado, jugar un partido de baloncesto, pasear o barrer el suelo de casa son ejemplos de actividad física ¿Da igual conseguir unos determinados niveles de actividad física con unas actividades que con otras? Evidentemente no. Las características y naturaleza de estas actividades son muy diferentes, por ejemplo, un partido de baloncesto requiere una intensidad mucho más elevada que dar un paseo largo. Esto nos lleva al siguiente punto.
  • La tolerancia de la persona a la actividad física. Como hemos visto en el punto anterior no tendrán los mismos requerimientos unas actividades que otras. Por tanto, unas pueden ser más adecuadas para personas físicamente más preparadas y otras para personas más sedentarias. Por tanto, la relación entre el nivel de actividad física y el dolor de espalda se verá afectada por las diferencias individuales en la capacidad de tolerancia a la carga física.
Actividad física y dolor de espalda

Conclusión

Cada uno de nosotros realizamos una amplia gama de actividades físicas a lo largo del día. Esta combinación única de actividades y nuestra capacidad de tolerancia a las mismas influirá sobre el riesgo de aparición del dolor de espalda.

Por tanto, debemos asegurarnos de realizar la cantidad de actividad física suficiente a la intensidad adecuada en función de nuestras capacidades físicas, a veces más no es mejor.

A su vez, deberemos minimizar las actividades consideradas como de riesgo a la vez que aumentamos aquellas con un efecto protector.

El fortalecimiento de la musculatura del tronco nos aporta un complemento para aumentar nuestros niveles de actividad física diarios. Pero, aún más importante, actúa aumentando nuestra capacidad de soportar cargas físicas, es decir, incrementando la tolerancia a las diferentes actividades del día a día. Por ello, es la mejor opción para afrontar el dolor de espalda.


Heneweer, H., Vanhees, L., & Picavet, H. S. J. (2009). Physical activity and low back pain: a U-shaped relation?. Pain143(1-2), 21-25.
Kayihan, G. (2014). Relationship between daily physical activity level and low back pain in young, female desk-job workers. International journal of occupational medicine and environmental health27(5), 863-870.

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