El embarazo es un proceso natural en el cual el organismo experimenta múltiples cambios que influyen en la aparición del dolor de espalda: el peso corporal se ve aumentado, el centro de gravedad se desplaza, las curvas de la espalda se incrementan y se producen alteraciones a nivel muscular y hormonal. Todo ello hace que una media del 75% de las mujeres padezcan dolor lumbopélvico durante el embarazo. Este porcentaje disminuye tras el parto, sin embargo, un 35% de las mujeres continúa presentándolo incluso un año después del alumbramiento. En definitiva, un importante número de embarazadas refiere dolor de espalda y muchas de ellas continúan presentando esta dolencia durante periodos de tiempo prolongados tras el parto. Afortunadamente, llevando a cabo las intervenciones adecuadas, este pronóstico puede mejorarse.
Reducir el dolor durante y después del embarazo
La actividad física correctamente dirigida y realizada tanto durante el embarazo como tras el parto resulta eficaz para reducir el dolor y la discapacidad en estos periodos. Los programas de ejercicio deberán incluir actividad aeróbica moderada, equilibrio, fortalecimiento de la musculatura del tronco (especialmente musculatura abdominal profunda y suelo pélvico) y ejercicios de control y estabilización lumbopélvica. La correcta aplicación de estos ejercicios ha demostrado ser segura tanto para la madre como para el feto y tienen un efecto positivo sobre el dolor, la discapacidad y las bajas laborales.
Además, la educación e información de la embarazada acerca del proceso de rehabilitación (en términos de anatomía, patología, cambios durante el embarazo, postura, autogestión, etc.) resulta útil para reducir el miedo y permitir a los pacientes tomar parte activa en su rehabilitación mostrando mejores resultados.
En resumen, la terapia física combinada con un correcto asesoramiento e información del paciente son componentes esenciales del tratamiento del dolor de espalda durante y después del embarazo.